Del Castillo afirma que no retirará su candidatura pese a estar bajo el 3% en encuestas
El candidato del MAS insiste en continuar en la carrera electoral. Rechaza negociar con otras fuerzas de izquierda y defiende su propuesta económica. Las elecciones son el 17 de agosto.
«No negociaré con quienes traicionaron al MAS»
Eduardo Del Castillo, candidato presidencial del Movimiento Al Socialismo (MAS), aseguró que «no bajará su candidatura» a pesar de que las encuestas lo ubican por debajo del 3% de intención de voto. Afirmó que «hay gente que confía» en su proyecto y descartó acuerdos con Eva Copa o Andrónico Rodríguez.
El contexto de la crisis interna
El presidente Luis Arce renunció a la reelección tras críticas por la escasez de dólares, combustibles y alza de precios. El MAS eligió a Del Castillo, exministro de Gobierno, pero las encuestas lo sitúan lejos de los favoritos: Samuel Doria Medina (Unidad) y Jorge Quiroga (Libre), con alrededor del 20% cada uno.
El intento fallido de unidad de izquierda
Arce y el líder del MAS, Grover García, convocaron el 24 de julio a un encuentro con Alianza Popular, Morena y seguidores de Evo Morales, pero nadie asistió. Del Castillo criticó las propuestas económicas de Rodríguez y aseguró que no pactará con «quienes están contra los sectores que apoyaron al MAS».
Propuestas y polémicas pendientes
El candidato propone invertir en agro, minería e hidrocarburos para resolver la falta de dólares, pero rechaza eliminar subsidios a combustibles (3.000 millones de dólares en 2025). Admitió como «asignatura pendiente» no haber detenido a Morales por un presunto caso de trata de personas, y tampoco capturar al narcotraficante Sebastián Marset.
Un partido dividido y en riesgo
El MAS enfrenta su peor crisis desde 2019, cuando Morales renunció tras acusaciones de fraude electoral. Si no supera el 3% en agosto, perderá su personería jurídica. Del Castillo insiste en que sus cifras son distintas y niega ser quien «sepultará» al partido.
Elecciones con futuro incierto
La división de la izquierda y la baja popularidad del candidato oficialista marcan un escenario complejo para el MAS. Las elecciones del 17 de agosto definirán si el partido que gobernó 18 años logra mantenerse o pierde relevancia política.