El olvido mejora la eficiencia del cerebro según la neurociencia
El cerebro simplifica sus redes neuronales sin borrarlas completamente al olvidar. Un estudio del Trinity College de Dublín confirma que este mecanismo optimiza el pensamiento. La investigación, publicada el 23 de julio de 2025, retoma el relato de Borges sobre Ireneo Funes para ilustrar el hallazgo.
«Olvidar no es un fallo, es una función esencial»
La neurociencia demuestra que el olvido actúa como un filtro adaptativo. Mediante experimentos con ratones, los investigadores identificaron que los «engramas» (patrones neuronales que almacenan recuerdos) se debilitan pero no desaparecen ante nuevas experiencias. «La interferencia retroactiva modula los recuerdos de forma reversible», explica el estudio. Esto permite al cerebro priorizar información relevante.
El caso Funes: cuando recordar todo es un problema
El artículo retoma el relato de Borges sobre Ireneo Funes, un personaje ficticio con hipermnesia que sufría por su incapacidad de abstraer ideas. «Pensar es olvidar diferencias», escribió el autor en 1944. Los científicos subrayan que la saturación de detalles paraliza el razonamiento, corroborando que el olvido es clave para la eficiencia cognitiva.
De ratones a humanos: cómo el cerebro «limpia» sin borrar
Usando optogenética, el equipo irlandés comprobó que los engramas olvidados pueden reactivarse con estímulos similares. Comparan este proceso con senderos en la naturaleza: aunque dejen de usarse, las huellas persisten y facilitan recuperar la información. Esta plasticidad explica por qué olvidamos ciertos datos temporalmente, pero los recordamos en contextos familiares.
Un reloj de arena cerebral
El cerebro humano prioriza recursos desde hace milenios. Ante la limitación biológica, el olvido selectivo evolucionó como herramienta de supervivencia. Estudios previos ya vinculaban la dieta mediterránea o los ritmos neuronales con la salud cognitiva, pero este trabajo destaca el papel activo del olvido en la productividad mental.
Menos es más (y más rápido)
La investigación refuerza que la eficiencia cerebral depende de desechar información irrelevante. A diferencia de sistemas de almacenamiento artificial, el cerebro humano no colapsa porque sus redes se reconfiguran dinámicamente. El hallazgo abre puertas a entender mejor enfermedades como el alzhéimer, donde este equilibrio falla.