Polaco convierte Mazda RX-7 en coche diésel para «enfadar a la gente»
Un entusiasta polaco reemplazó el motor rotativo del deportivo japonés por un propulsor diésel de BMW. La controvertida modificación, realizada como «proyecto de drift barato», generó división entre los puristas. El vehículo fue presentado el 21 de julio de 2025 en un vídeo del canal Nightride.
«Quería que el coche fuera controvertido»
Arnold, el propietario del Mazda RX-7, confesó que eligió un motor diésel de seis cilindros de un BMW Serie 5 E39 «para causar impacto y enfadar a los puristas». El deportivo, adquirido como un chasis vacío hace dos años, fue restaurado con fibra de carbono y estilo «touge» japonés antes de la polémica modificación mecánica.
Detalles técnicos
El motor original biturbo de 280 CV fue sustituido por un diésel BMW tuneado hasta 270 CV. «Ningún otro motor era tan barato y con tanto rendimiento», justificó Arnold. El coche incluye ahora un diferencial trasero personalizado de BMW, aunque el proyecto superó el presupuesto inicial de vehículo low-cost.
Un icono de los 90 sin su alma
El Mazda RX-7 FD (1991-2002) es un símbolo de la cultura automovilística japonesa, famoso por su motor rotativo Wankel y apariciones en sagas como «Fast & Furious». Su característico sonido, similar al Mazda 787B ganador de Le Mans, ha sido reemplazado por el ruido de un diésel convencional.
Reacciones divididas
El dueño reconoce que «algunos lo aman y otros lo odian», aunque usa el coche a diario. Mientras los nostálgicos lamentan la pérdida del motor original, otros valoran que un chasis abandonado haya vuelto a rodar con una solución mecánica accesible.
De drift barato a provocación viral
Lo que comenzó como un proyecto económico para derrapes se transformó en un fenómeno mediático. El vídeo en YouTube, con casi un millón de suscriptores, muestra cómo la modificación extrema desafía los cánones del tuning tradicional, priorizando la provocación sobre la autenticidad.
Un RX-7 que ya no aúlla
La transformación refleja la evolución del tuning, donde la experimentación rompe con la ortodoxia. Aunque técnicamente funcional, el Mazda diésel simboliza cómo los referentes culturales pueden reinterpretarse, incluso a costa de despertar críticas entre los más puristas.