Empleados de cruceros trabajan hasta 80 horas semanales en 2025
34,6 millones de pasajeros en cruceros este año exigen jornadas extremas para la tripulación. Bajo banderas de conveniencia, el personal soporta condiciones precarias, según informes y testimonios recogidos por Le Monde y Alba Sud.
«Nos tratan como máquinas»: la cara oculta del lujo
La industria de los cruceros, que alcanzará 34,64 millones de pasajeros en 2025 (CLIA), depende de empleados con jornadas de 11,3 horas diarias y casi 7 días a la semana. «No gozan de días completos de descanso en alta mar», revela el informe de Alba Sud. La mayoría procede de países como Filipinas, India o Perú, aceptando contratos temporales sin prestaciones sociales.
Condiciones bajo cubierta
Los trabajadores habitan en camarotes compartidos y cobran entre 900 y 1.100 dólares mensuales (Le Monde). Los contratos, de 4 a 9 meses, no remuneran los periodos entre temporadas. El 81% reporta mayor carga laboral tras la pandemia, y el 56% denuncia jornadas más largas.
Bandera de conveniencia, derechos frágiles
Las navieras operan bajo banderas como Panamá o Bahamas, eludiendo normativas laborales estrictas. Sin sindicatos ni derecho a huelga, los empleados solo tienen garantizada atención médica básica por el Convenio sobre el trabajo marítimo.
Un sueño con fecha de caducidad
Pese a las condiciones, el empleo en cruceros atrae a trabajadores de economías emergentes. «Podré pagar la educación de mis hijos», explica Glitz, socorrista filipina. Sin gastos a bordo, muchos ahorran para comprar viviendas o montar negocios. Pero la alta rotación refleja el desgaste: las empresas reconocen dificultades para retener personal.
Más pasajeros, más presión
El crecimiento récord del sector (CLIA) intensifica la demanda de mano de obra barata. Tras la pandemia, las compañías priorizan la rentabilidad, extendiendo jornadas y reduciendo descansos, según Alba Sud.
Un futuro anclado en la precariedad
La industria mantiene su modelo basado en contratos temporales y salarios bajos, mientras los empleados sacrifican bienestar por ahorros a corto plazo. La sostenibilidad del sistema depende de la constante llegada de nuevos trabajadores dispuestos a aceptar estas condiciones.