Gobierno británico de Labour lucha por reactivar la economía estancada
Keir Starmer enfrenta descontento popular tras un año sin avances económicos visibles. La combinación de Brexit, pandemia y falta de inversiones lastra el crecimiento. Los ciudadanos critican recortes en salud y medidas impopulares.
«Una mezcla tóxica de crisis sin resolver»
El primer ministro británico heredó una economía debilitada por una década de austeridad, Brexit y conflictos globales. Según el economista Andrew Lee, «las empresas no invierten por la incertidumbre política». Aunque Labour evita errores graves, la deuda supera el 100% del PIB y el 8% del presupuesto se destina a intereses.
Presión populista y decisiones controvertidas
El ascenso del derechista Nigel Farage fuerza a Labour a medidas impopulares, como restringir la inmigración estudiantil, lo que reduce ingresos universitarios. «Parece que Starmer sigue en campaña», critica Lee. Mientras, el sistema sanitario (NHS) se resiente por la fuga de médicos y los ciudadanos, como Karl de Leeds, denuncian recortes en servicios básicos.
Raíces de un malestar acumulado
Reino Unido arrastra desde 2010 una espiral de inestabilidad: crisis financiera, cuatro primeros ministros en cinco años (2019-2024) y el impacto del Brexit en las inversiones. La pandemia y la guerra en Ucrania agravaron la situación, dejando a Labour sin margen fiscal para estimular el crecimiento.
El reloj corre para Starmer
Pese a su amplia mayoría parlamentaria, el Gobierno debe recuperar la confianza con resultados tangibles. La población, desencantada según encuestas, espera soluciones en salud e infraestructuras. Los economistas advierten que sin acciones concretas, el estancamiento persistirá.