Claure respalda a Samuel y reabre debate sobre inversión privada en litio
El empresario Marcelo Claure promete invertir 10.000 millones de dólares si hay garantías jurídicas. Su apoyo al candidato opositor Samuel Doria Medina desata polémica sobre el modelo económico y el rol de capitales extranjeros en Bolivia, a tres semanas de las elecciones.
«Ojalá hubiera varios Claure»: la apuesta por la inversión extranjera
En plena campaña electoral, Doria Medina reveló que Claure estaría dispuesto a movilizar hasta 10.000 millones de dólares en inversiones si Bolivia ofrece seguridad jurídica. «Necesitamos urgentemente cambiar», afirmó el candidato, al comparar la cifra con los 300 millones captados en 2024. Claure insistió en que su apoyo es técnico, basado en encuestas, y negó interés en el litio: «Mi enfoque es inteligencia artificial y telecomunicaciones».
Acusaciones y desmentidos
El activista Roberto de la Cruz denunció un «pacto secreto» para «entregar el litio», citando reuniones con el CEO de Pan American Energy (PAE), empresa compensada con 357 millones en 2014 tras la nacionalización de Chaco. Claure tachó las acusaciones de «absurdas», mientras Doria Medina aclaró que fue un «almuerzo público».
Bolivia, último en inversión extranjera según la CEPAL
El país solo capta el 0,1% de la inversión extranjera directa en Latinoamérica, según datos del 18 de julio. Ambos actores coinciden en revertir esta tendencia para generar empleo y confianza. Pero el fantasma de la «privatización encubierta» persiste, especialmente en sectores estratégicos como hidrocarburos y litio.
Un debate que viene de lejos
La tensión entre estatismo y apertura privada marca la historia económica reciente de Bolivia. El caso PAE y las compensaciones por nacionalizaciones resuenan ahora en plena campaña, donde el modelo de desarrollo es eje central.
El litio y los votos en la balanza
La polémica refleja la polarización preelectoral. Mientras unos ven en Claure una oportunidad para modernizar el país, otros temen pérdida de soberanía. El 17 de agosto se decidirá qué narrativa prevalece, con el litio como símbolo de la disputa.