Gobierno británico de Labour lucha por reactivar la economía estancada
Keir Starmer enfrenta descontento popular tras un año sin avances económicos visibles. La combinación de Brexit, pandemia y falta de inversión lastra el crecimiento. Encuestas muestran caída en apoyo a Labour frente al auge de la derecha populista.
«Expectativas incumplidas y frustración social»
El primer ministro británico heredó una economía debilitada por crisis sucesivas, según economistas citados. Pese a no cometer «errores graves», su gobierno no logra revertir problemas estructurales: inflación, colapso en servicios públicos como la sanidad y fuga de talento. Ciudadanos como Karl, entrevistado, critican el aumento del gasto militar en detrimento de necesidades básicas.
Limitaciones financieras y presión política
La deuda pública supera el 100% del PIB, limitando margen de maniobra. La canciller Rachel Reeves enfrenta «decisiones impopulares», como restringir migración estudiantil, medida que reduce ingresos universitarios. Expertos señalan que Labour actúa «como en campaña» pese a su amplia mayoría parlamentaria.
Un cóctel tóxico de crisis acumuladas
El texto describe una «mezcla tóxica» de factores: austeridad post-2008, Brexit, COVID-19 y guerra en Ucrania. Empresas retrasan inversiones por incertidumbre, agravando el estancamiento. La rotación de cuatro primeros ministros desde 2019 profundizó la inestabilidad.
El reloj corre para Starmer
Con Reform UK liderando encuestas, Labour debe demostrar resultados concretos antes de 2026. La falta de optimismo y medidas a medias erosionan su credibilidad. La reactivación de infraestructuras y productividad aparece como desafío urgente para recuperar confianza.