Los humanos chismean para crear vínculos y sobrevivir, según expertos
El cotilleo es un «universal humano» presente en todas las culturas. Antropólogos explican que cumple funciones sociales clave: desde fortalecer la cooperación hasta proteger la reputación. La BBC recoge estudios que demuestran su rol en la evolución del lenguaje y la jerarquía social.
«El chisme está presente en todos nosotros»
Nicole Hagen Hess, antropóloga de la Universidad Washington State, define el cotilleo como intercambio de «información relevante para la reputación». Incluye desde conversaciones casuales hasta noticias, sin necesidad de que el afectado esté ausente. Según ella, los humanos usan este mecanismo para «vigilarse y manejar su percepción social».
Vínculos que unen (y controlan)
Robin Dunbar, antropólogo británico, compara el chisme con el «acicalado social» de los primates. Un estudio de la Universidad de Dartmouth en 2021 confirmó que los grupos que cotillean cooperan más y crean una «realidad compartida». Kelsey McKinney, creadora del podcast Normal Gossip, destaca su poder narrativo: «Durante la pandemia, estábamos hambrientos de historias».
Supervivencia y reputación
Hess subraya que una mala reputación puede limitar oportunidades económicas o acceso a recursos. Las mujeres, por ejemplo, usan el chisme como «herramienta de estrategia» ante amenazas físicas. «El conflicto es inherente a nuestra especie», afirma la experta, y el cotilleo sirve para protegerse o socavar rivales.
De los primates a los podcasts
El chisme ha evolucionado desde su función primitiva de cohesión grupal hasta convertirse en entretenimiento global. McKinney lo ejemplifica: «Un buen chisme es algo que inmediatamente compartes». Hess advierte que, aunque a menudo se trivializa, tiene consecuencias reales en la distribución de beneficios sociales.
¿Aburrirnos sin chismes? ¡Imposible!
Los expertos coinciden: el cotilleo es indisoluble de la naturaleza humana. Más allá de su mala fama, estructura relaciones, transmite información crítica y hasta divierte. Como resume Hess: «Ignorarlo sería negar cómo funcionamos».