Ocho personas sobrevivieron dos años en una mini-Tierra donde solo prosperaron cucarachas
El experimento Biosphere 2 demostró la dificultad de replicar ecosistemas terrestres. Ocurrió entre 1991 y 1993 en Arizona (EEUU) y fracasó por falta de oxígeno y conflictos entre los participantes. Hoy es un laboratorio climático.
«Un Edén que se convirtió en pesadilla»
Ocho ‘biosféricos’ se encerraron en un complejo de 1 hectárea con selva, sabana y océano artificial. El objetivo era probar la viabilidad de hábitats autosuficientes para colonizar otros planetas. Sin embargo, «todo lo que podía salir mal, salió mal»: el oxígeno cayó al 14,2%, las abejas se extinguieron y las cucarachas invadieron el espacio.
Fracaso técnico, éxito científico
Los microorganismos del suelo consumieron más oxígeno del que las plantas generaban. Los humanos sufrían apnea del sueño, mientras los cultivos fallaban y los árboles crecían débiles. Pese a las críticas iniciales, el proyecto reveló «lo difícil que es imitar los ecosistemas terrestres» y la importancia de los microorganismos en la atmósfera.
De experimento polémico a laboratorio climático
Tras ser gestionado por la Universidad de Arizona, Biosphere 2 ahora estudia sequías, corales y cultivos bajo estrés climático. Recibió más de 3 millones de visitantes y se usa como «máquina del tiempo» para simular futuros escenarios ambientales.
Soñaron con Marte y terminaron estudiando la Tierra
El proyecto, financiado con 150 millones de dólares (equivalentes a 400 millones hoy), nació de una ecoaldea en Nuevo México. Su estructura combinaba biomas autónomos con sistemas tecnológicos complejos, descritos como «el Jardín del Edén encima de un portaaviones».
«Cada aliento nos conecta con el planeta»
Los participantes admiten que la experiencia cambió su visión de la Tierra. Biosphere 2 pasó de ser un intento de escapar del planeta a una herramienta para protegerlo. Hoy demuestra que, incluso en un mundo artificial, «todos dependemos de ecosistemas que no controlamos».