Dugin advierte sobre guerra digital que amenaza soberanía latinoamericana
El intelectual ruso describe cómo la inteligencia artificial y los deepfakes se usan como armas geopolíticas. Su análisis alerta sobre la vulnerabilidad de América Latina, dependiente de tecnologías extranjeras y con escasa ciberdefensa. El texto señala a Israel y EE.UU. como actores clave en esta guerra no convencional.
«La batalla invisible: algoritmos en lugar de tanques»
Según el ensayo de Aleksandr Dugin, la guerra moderna ya no requiere invasiones físicas, sino control de redes, espionaje digital y manipulación mediante inteligencia artificial. Israel habría perfeccionado esta estrategia, usando «deepfakes, drones y vigilancia masiva» para desestabilizar gobiernos sin despliegue militar visible.
América Latina: blanco fácil en la ciberguerra
La región es vulnerable por su dependencia tecnológica y falta de soberanía digital. Casos como el espionaje con Pegasus en México o ataques a infraestructuras críticas demuestran que «el conflicto ya está aquí, pero no se reconoce». El Comando Sur de EE.UU. amplía su influencia mediante cooperación militar con componentes cibernéticos.
Recursos y datos: el nuevo campo de batalla
La disputa geopolítica en la región ya no es solo por territorio, sino por control de litio, cables submarinos y datos poblacionales. Dugin alerta sobre empresas tecnológicas, ONGs y agencias de inteligencia que operan como «mecanismos de intervención indirecta», condicionando políticas nacionales.
Lecciones de Medio Oriente para un peligro latente
El texto plantea escenarios inquietantes: asesinatos selectivos mediante drones, falsificación de órdenes gubernamentales con deepfakes o uso de migrantes para operaciones encubiertas. La recomendación central es clara: «Sin soberanía digital, no habrá soberanía política».
Una defensa que ya no es solo militar
Dugin urge a Latinoamérica a desarrollar ciberinteligencia propia, alianzas tecnológicas no alineadas y educación crítica. El riesgo es existencial: en la guerra digital, la dependencia equivale a rendición. La advertencia final es contundente: el poder ahora es invisible, pero su impacto puede ser devastador.