Sergio Ríos, el organillero que revive la tradición paceña
Un artista callejero y su hijo mantienen viva la música de organillo en La Paz. Cada domingo, Sergio Ríos, de 58 años, toca melodías tradicionales en calles y ferias del centro paceño. Su instrumento, fabricado en Berlín, evoca el arte callejero europeo del siglo XIX.
«La música es un gesto democrático que nos acerca a La Paz»
Sergio Ríos, acompañado por su hijo Felipe, transforma las calles de La Paz en un escenario musical. Con su organillo, marionetas y partituras perforadas a mano, recrea un oficio que llegó a Bolivia en el siglo XIX. «Me encanta lo que hago», afirma el artista, quien destaca por su bigote estilo inglés y su elegancia al tocar.
Un legado familiar
El organillo, adquirido en Berlín, funciona con un cilindro de madera y púas que activa las notas musicales. Sergio descubrió su vocación al ver una figura en el Museo Costumbrista paceño. Ahora, su hijo Felipe maneja las marionetas mientras él gira la manivela. «Es muy lindo compartir con la gente, dialogar sobre sus recuerdos», dice.
Repertorio y conexión con el público
Desde folklore boliviano hasta pop anglo, su música incluye himnos paceños como «Illimani» o «Nevando está». Los transeúntes dejan monedas y reciben mensajes motivadores impresos en papel amarillo. «Recuperar esta tradición acerca a la gente a saborear la música», reflexiona Sergio.
De lujo europeo a fiesta popular
Los primeros organillos llegaron a Bolivia en la segunda mitad del siglo XIX como instrumentos de lujo. Con el tiempo, se adaptaron a festividades urbanas. Sergio Ríos destaca que su instrumento es idéntico a los fabricados a principios del siglo XX, manteniendo así una tradición que precede al fonógrafo.
Un ritmo que no se detendrá
Sergio Ríos asegura que continuará con su arte «toda la vida» y espera que su hijo perpetúe el legado. Su presencia en calles y ferias no solo entretiene, sino que crea comunidad entre vendedores y transeúntes, reviviendo una tradición que fusiona Europa y La Paz.