Brasil aprueba voladura de formación rocosa en el río Tocantins para ruta comercial
IBAMA autorizó demoler 35 km de rocas para habilitar navegación durante la estación seca. El proyecto, parte de una hidrovía para exportar commodities, enfrenta oposición por impactos ambientales y sociales. Fiscalía federal solicitó suspender la licencia por falta de estudios.
«Un corredor fluvial para 500.000 camiones anuales»
El gobierno brasileño impulsa la hidrovía Tocantins-Araguaia, de 2.000 km, para transportar soja, carne y minerales hacia puertos amazónicos. «Reducirá costos logísticos en un 30%», según el DNIT. La voladura en Pedral do Lourenço (Pará) creará un canal navegable de 100 metros de ancho, con inversión de 1.000 millones de reales ($178 millones).
Conflictos legales y comunidades invisibilizadas
El Ministerio Público Federal (MPF) denuncia que no se consultó a 12.000 pescadores de seis municipios afectados. Un juez rechazó suspender la licencia al considerar que «no hay comunidades indígenas o quilombolas en la zona», pese a informes del DNIT que identifican poblaciones ribereñas. «Ignoraron estudios técnicos propios sobre impactos», declaró el fiscal Rafael Martins da Silva.
Especies en peligro y alteración del ecosistema
La explosión amenaza al delfín del Araguaia (especie endémica) y más de 20 peces en riesgo. Edir Augusto Dias Pereira, geógrafo de la UFPA, advierte: «El cambio en el flujo del agua afectará la reproducción de especies». La licencia incluye 26 programas ambientales, pero críticos alegan que son insuficientes.
La sombra del Arco Norte
La obra se enmarca en el proyecto Arco Norte, que prioriza infraestructura logística en la Amazonía para exportar commodities. Expertos señalan que dividir el megaproyecto en licencias parciales evade evaluaciones integrales. «Es un modelo que beneficia al agronegocio, no a las comunidades locales», afirma Dias Pereira.
¿Irreversible antes de evaluar?
Mientras el gobierno celebra la licencia como un avance económico, el MPF mantiene un recurso pendiente en tribunales. El impacto real de la hidrovía solo se medirá tras su operación, pero críticos temen que para entonces los daños ecológicos y sociales sean irreparables.