Estudio alerta sobre la necesidad de proteger invertebrados en el comercio global
La demanda de arañas, hormigas y mariposas como mascotas exóticas crece sin regulación suficiente. Investigadores proponen ampliar las protecciones del tratado CITES y mejorar el monitoreo del comercio físico y digital. El análisis incluye 25 años de datos sobre mercados y plataformas online.
«Un mercado que pasa de reptiles a bichos»
El estudio revela que los invertebrados terrestres se comercializan vivos como mascotas, alimento para otras mascotas o incluso para «luchas de escarabajos». También se venden muertos como decoración, medicina tradicional o alimento humano. Sandra Altherr, de Pro Wildlife, confirma la tendencia: «Hemos visto cómo el mercado de mascotas exóticas en Europa se inclina cada vez más hacia tarántulas, escorpiones y hormigas».
Canales de venta: desde mercados locales hasta la dark web
El comercio ocurre en tiendas físicas, redes sociales, páginas web y hasta en plataformas de subastas internacionales. Alice Hughes, de la Universidad de Hong Kong, destaca que falta información básica sobre el volumen real de este negocio, lo que dificulta evaluar su impacto en las especies.
Entre la amenaza y la oportunidad
Los autores reconocen que la sobreexplotación puede reducir poblaciones, alterar cadenas alimenticias y destruir hábitats, pero también señalan casos como el de la Agencia de Cría y Comercio de Insectos (IFTA) en Papúa Nueva Guinea, que «ha equilibrado intereses económicos con conservación» en el comercio de mariposas.
Propuestas para un comercio más sostenible
El estudio sugiere ampliar los apéndices de CITES para incluir más invertebrados terrestres. Altherr adelanta que Bolivia, Argentina y Panamá propondrán incluir 15 especies de tarántulas latinoamericanas en la próxima conferencia del tratado, en noviembre de 2025.
Un negocio que creció en la sombra
El comercio de invertebrados ha escalado silenciosamente durante décadas, impulsado por coleccionistas y aficionados a mascotas inusuales. La falta de datos precisos y la diversidad de usos (desde mascotas hasta medicina) han dificultado su regulación, pese a su potencial impacto ecológico.
El reto: regular sin prohibir
Los investigadores descartan prohibir el comercio, pero insisten en que la sostenibilidad dependerá de políticas coordinadas, monitoreo estricto y mayor cooperación internacional. La efectividad de las medidas propuestas se verá en los próximos años, especialmente tras la próxima reunión de CITES.