Trump obliga a exasesores de Biden a testificar sobre su salud
El expresidente renuncia al privilegio ejecutivo que protege conversaciones confidenciales. La medida busca facilitar una investigación republicana sobre el estado cognitivo de Biden durante su mandato. Trump había advertido previamente que esta práctica dañaría la presidencia.
«Una herramienta que antes criticó»
Donald Trump, en su segundo mandato, ha autorizado que excolaboradores de Biden revelen discusiones privadas a un comité liderado por el republicano James Comer. El objetivo es determinar si hubo un «encubrimiento» sobre la salud del exmandatario. Biden no ha instruido a sus exasesores para que se resistan, a diferencia de lo que hizo Trump durante la investigación del 6 de enero.
Paralelismos y diferencias
Trump justifica su decisión citando el precedente de Biden, quien en 2021 renunció al privilegio ejecutivo para permitir que su antecesor y sus colaboradores testificaran sobre el asalto al Capitolio. Sin embargo, expertos señalan que el contexto es distinto: Biden actuó tras una crisis democrática, mientras que Trump impulsa una investigación sobre supuestos declives cognitivos.
¿Un ciclo peligroso?
Constitucionalistas advierten que el uso partidista del privilegio ejecutivo podría erosionar la confidencialidad en la Casa Blanca. Mark Rozell, experto en la materia, alerta de que los asesores podrían volverse más cautelosos al dar consejos sensibles. Rebecca Ingber, jurista, critica que Trump «destruye normas que antes regulaban estos conflictos».
Las reacciones en el terreno
Hasta ahora, solo Neera Tanden (exsecretaria de Biden) ha testificado sin objeciones. El médico Kevin O’Connor invocó el derecho a no autoincriminarse, mientras que otro asesor, Anthony Bernal, canceló su comparecencia pese a la renuncia al privilegio. Comer insiste en que hay un «complot» por ocultar información.
De Washington a Trump: un privilegio en entredicho
El privilegio ejecutivo, aunque no está en la Constitución, ha sido respetado históricamente para proteger deliberaciones presidenciales. La Corte Suprema lo avaló durante el escándalo Watergate, pero subrayó que el presidente en ejercicio tiene la última palabra. Trump intentó sin éxito bloquear la investigación del 6 de enero alegando que se crearía un «arma política». Ahora, él mismo la emplea.
Un precedente que podría marcar el futuro
La disputa refleja la polarización en EE.UU. y plantea si los futuros presidentes usarán el privilegio para investigar a rivales. Mientras los demócratas tachan el proceso de «venganza», los republicanos insisten en su legitimidad. El resultado podría definir cuánta transparencia —o exposición— tendrán las próximas administraciones.