Trump amenaza a Brasil con aranceles del 50% por el caso Bolsonaro
El expresidente estadounidense exige el fin de la investigación contra el exmandatario brasileño. La medida, anunciada en una carta pública, incluye sanciones comerciales y una investigación a las regulaciones digitales de Brasil. La respuesta de Lula da Silva defendió la soberanía del país.
«Una caza de brujas que debe terminar YA»
Donald Trump acusó a Brasil de llevar a cabo «un ataque insidioso a las elecciones libres» y amenazó con imponer aranceles del 50% a sus exportaciones. La medida, que entraría en vigor el 1 de agosto, supone un aumento respecto al 10% establecido en abril. El motivo principal es el juicio contra Jair Bolsonaro, aliado de Trump, por su presunto papel en los disturbios de 2022 en Brasilia.
Repercusión en las relaciones bilaterales
Trump también ordenó a su representante comercial investigar las normativas digitales brasileñas, que según él censuran discursos en redes sociales. Brasil rechazó las acusaciones: «Nuestra sociedad no tolera contenidos de odio o fraudes», respondió Lula da Silva en X. Expertos prevén que la amenaza fortalecerá el apoyo interno a Lula por la reacción nacionalista que generaría.
De aliados a enfrentados
Bolsonaro, electo en 2018 siguiendo el modelo de Trump, perdió en 2022 y denunció fraude. Sus seguidores asaltaron edificios gubernamentales, en un episodio similar al 6 de enero en EE.UU. Ahora, su hijo Eduardo lobbyea en Washington para presionar su liberación. Trump calificó el proceso judicial como «una desgracia internacional».
Un pulso más allá del comercio
La carta rompe el tono técnico de otras amenazas arancelarias de Trump. Vincula explícitamente el comercio con presiones políticas, algo que analistas consideran riesgoso. Brasil, miembro de los BRICS, mantiene relaciones estrechas con China y Rusia, otro punto de fricción con EE.UU. Lula reafirmó que «no aceptará tutelajes».
¿Un boomerang político?
Expertos como el exembajador Stephen McFarland advierten que la medida podría beneficiar a Lula, al unir a los brasileños contra una injerencia externa. La tensión ocurre mientras Bolsonaro evalúa un retorno político, aprovechando la baja popularidad de Lula y el aumento de la criminalidad.