Cultura boliviana normaliza violencia sexual contra mujeres

Estudio revela que tradiciones como el 'Rumi Tankay' y acuerdos económicos encubren abusos sexuales en Bolivia, con víctimas que rara vez denuncian por presión social.
Agencia de Noticias Fides - Bolivia

Prácticas culturales en Bolivia normalizan violencia sexual contra mujeres

Un estudio revela que matrimonios forzados y acuerdos económicos encubren abusos. La investigación, realizada en tres regiones, expone cómo tradiciones como el «Rumi Tankay» en Potosí perpetúan la impunidad. Datos recogidos hasta julio de 2025 muestran que las víctimas rara vez denuncian por presión social.

«El cuerpo femenino como propiedad del hombre»

El estudio del IICC y UNFPA detalla que las mujeres son obligadas a mantener relaciones sexuales no consensuadas dentro del matrimonio. «Los hombres creen que pueden exigirlas cuando quieran», afirma una promotora de El Alto. En Riberalta, familias intercambian niñas por dinero o estabilidad económica, truncando su desarrollo.

Festividades y espacios públicos: escenarios de riesgo

En Potosí, el «Rumi Tankay» —violación grupal durante celebraciones— queda impune: «Al día siguiente, nada pasa». Durante el Carnaval en El Alto, niñas sufren acoso desde los 10 años. «Modifican rutas y vestimenta para evitar agresiones», señala el informe.

Justicia truncada por el «honor familiar»

Las denuncias son desincentivadas para proteger la reputación comunitaria. En Tacobamba, se consideran «una vergüenza». Los acuerdos económicos reemplazan procesos legales: en Riberalta, dos violadores pagaron 5.000 bolivianos a la familia de la víctima para evadir la cárcel.

Raíces profundas, consecuencias invisibles

Estas prácticas se sostienen en normas patriarcales históricas. La justicia indígena deriva casos graves al sistema ordinario, pero las víctimas evitan denunciar por estigma. Incluso la violencia incestuosa se normaliza en algunas comunidades, como relata un joven de Riberalta: «Es normal que hijos mayores embaracen a hermanas».

Grietas en el silencio

Aunque persiste la impunidad, algunas mujeres logran romper el ciclo. «Decidí irme aunque me juzgaran», testimonia una sobreviviente. El estudio propone combatir estas prácticas con educación en derechos y acceso real a justicia. Sin embargo, el cambio depende de transformar normas sociales arraigadas.