Trump aprueba reforma fiscal con recortes polémicos

La nueva ley reduce impuestos pero aumenta el déficit en billones de dólares, con exenciones específicas para sectores como trabajadores con propinas y la industria automotriz.
POLITICO

Trump aprueba reforma fiscal con recortes y exenciones polémicas

La nueva ley reduce impuestos pero aumenta el déficit en billones de dólares. El presidente estadounidense cumple promesas de campaña como eliminar impuestos a propinas y horas extras. Expertos critican su complejidad y dudan de su impacto económico.

«Un paquete Trumpy: menos impuestos, más exenciones»

La reforma fiscal de Donald Trump rompe con la tradición republicana de simplificar el código tributario. Según analistas, el texto combina la extensión de los recortes de 2017 con «exenciones excéntricas» que benefician a sectores específicos, como trabajadores con propinas o la industria automotriz nacional. Kyle Pomerleau, del American Enterprise Institute, lo califica como «un alejamiento de décadas de postura republicana».

¿Crecimiento o deuda?

Economistas como Alan Auerbach (Universidad de California) advierten que la ley añadirá billones al déficit sin garantizar crecimiento. «Es peor que los recortes de Bush: la escala es mayor y hay más elementos extraños», afirma. La administración defiende que medidas como deducir intereses de préstamos para autos estadounidenses estimularán la producción nacional.

De Reagan a Trump: un partido transformado

Mientras el Partido Republicano históricamente promovía reformas simplificadoras (como la de 1986), Trump ya criticaba ese enfoque en 1999, tachándolo de «ofensa al trabajador». Joe Lavorgna, del Tesoro, justifica ahora las exenciones: eliminar impuestos a horas extras incentivaría más trabajo, mientras que la exención de propinas aliviaría a sectores afectados por la inflación.

Un futuro con más deuda y menos consenso

La ley consolida a Trump como líder de un republicanismo que prioriza recortes sobre reformas estructurales. Aunque mantiene unificada su base, abandona el ideal conservador de un sistema tributario simple. Su impacto real se medirá en la próxima década, con un aumento sustancial del déficit público.