Hospital brasileño ofrece cuidados paliativos pioneros en el SUS
El centro Mont Serrat atiende a pacientes terminales con enfoque en calidad de vida. Es la primera unidad pública especializada en cuidados paliativos de Brasil, ubicada en Salvador de Bahía. Combina atención médica y acompañamiento emocional para pacientes y familias.
«Aquí no nos centramos en la muerte, sino en cuidar la vida»
El hospital Mont Serrat, operativo desde enero de 2025, atiende a pacientes con enfermedades incurables y esperanza de vida máxima de seis meses. Según la coordinadora Karoline Apolonia, el modelo evita ingresos en UCI y prioriza el control del dolor y el bienestar emocional. «Aprovechar para decir perdón, gracias, te quiero y adiós», destaca la médica.
Un espacio para despedidas dignas
La institución incluye una Sala Saudade donde las familias se despiden de sus seres queridos. Pacientes como Ayrton dos Santos (90 años) o Helita Maria da Silva (86 años) destacan el trato personalizado: «Me preguntan qué quiero comer, a qué equipo apoyo», relata el hijo de Ayrton. La morgue está integrada en el área central, rompiendo con el tabú de la muerte.
Criterios de ingreso y modelo único
Los pacientes deben ser derivados desde urgencias y aceptar que no recibirán tratamientos curativos. El 30% de los casos en la red pública de Bahía requerirían estos cuidados, según datos del centro. La estancia media es de ocho días, aunque algunos regresan a sus hogares con seguimiento ambulatorio.
De hospital infeccioso a referente en cuidados paliativos
El Mont Serrat ocupa las instalaciones del antiguo hospital Couto Maia. Su creación en 2025 responde a la Política Nacional de Cuidados Paliativos impulsada por el Ministerio de Salud brasileño en 2024. El modelo se inspira en sistemas de Inglaterra, Canadá y Argentina, con formación obligatoria en empatía para todo el personal.
Más allá del final: un legado sin dolor
El hospital demuestra que los cuidados paliativos no equivalen a eutanasia —ilegal en Brasil—, sino a la ortotanasia (muerte natural sin sufrimiento). Casos como el de Donizete Santana, fallecido a los 33 años tras dos meses de atención, reflejan su impacto: «Tuvo un final sin gritos ni llantos», afirmó su pareja. La iniciativa marca un precedente en la salud pública latinoamericana.