Kilmar Abrego denuncia torturas en prisión salvadoreña tras deportación ilegal
El salvadoreño relata palizas y maltrato psicológico en CECOT. Su deportación violó una orden judicial en EE.UU. El gobierno de Trump lo repatrió en marzo pese a riesgos de violencia.
«Quien entra aquí no sale»
Kilmar Abrego García, deportado ilegalmente por la administración Trump en marzo, detalló en un documento judicial abusos sistemáticos en la prisión salvadoreña CECOT. «Me golpearon con bastones, me dejaron sin dormir y perdí 15 kilos en dos semanas», afirma. Su testimonio contradice las declaraciones del presidente Nayib Bukele, quien aseguró que Abrego estaba «en buen estado».
Violencia y condiciones inhumanas
Según el relato, al llegar a CECOT, los guardias le advirtieron: «Quien entra aquí no sale». Fue obligado a desnudarse, golpeado y encerrado en una celda sin ventilación con 20 personas. «Los reclusos debían arrodillarse toda la noche; si se caían, los guardias los golpeaban». También describe haber presenciado violencia entre pandilleros, con custodia indiferente.
Desmentido a las acusaciones de Trump
Abrego niega vínculos con la MS-13, como alegó el expresidente Trump. Autoridades penitenciarias salvadoreñas confirmaron que sus tatuajes no eran de pandillas. El juez Paula Xinis también cuestionó la falta de pruebas del Departamento de Justicia sobre su presunta afiliación.
Una deportación bajo polémica
Abrego vivía en Maryland desde 2011 cuando fue deportado, pese a una orden de 2019 que prohibía enviarlo a El Salvador por riesgo de violencia. La Corte Suprema de EE.UU. calificó el acto como «ilegal». Fue repatriado en junio para enfrentar cargos de tráfico de personas en Tennessee, donde sigue detenido.
El telón de fondo: la guerra de Bukele contra las pandillas
El Salvador, bajo el gobierno de Bukele, mantiene una política de «mano dura» contra las pandillas. CECOT es un centro de máxima seguridad donde, según organizaciones de derechos humanos, se registran abusos. Bukele ha prometido que los reclusos «nunca saldrán», lo que dificulta verificar las condiciones dentro.
Un caso que sigue abierto
El relato de Abrego amplía la demanda judicial contra su deportación ilegal. Mientras, el gobierno de Trump insiste en tacharlo de «pandillero», pese a las contradicciones. Su situación sigue en vilo: aunque un juez ordenó su liberación, él pidió permanecer en prisión por temor a una nueva deportación.