Gonzalo Chávez Álvarez reflexiona sobre su dualidad de economista y escritor
El columnista boliviano desvela su lucha entre el rigor académico y la escritura cercana. En un texto autobiográfico, repasa cómo fusionó datos económicos con humor y lenguaje popular durante sus 30 años de carrera. Publicado hoy en su columna dominical.
«¿Economista o escribidor? Un dilema con raíces en el colegio»
Chávez Álvarez confiesa su «esquizofrenia identitaria» entre el análisis técnico y la narrativa accesible. «Ganó la economía para pagar cuentas, pero la escritura nunca murió», admite. Su estilo híbrido nació tras una crítica de Ana María Romero de Campero: «Escribías para cinco economistas con insomnio».
De las aulas a las columnas
Reconoce la influencia de su profesor René Bascopé Aspiazu, quien «le enseñó más de Marx que de Newton». Su primer artículo, en una revista escolar, fue rebautizado como «Ecce Homo», introduciéndole a Nietzsche y a la escritura como «desobediencia».
El giro hacia el lenguaje popular
Tras su etapa en Brasil y columnas «más aburridas que ascensor sin espejo», adoptó un tono «para niños de 12 años», mezclando humor sureño, dichos callejeros y rigor económico. Se inspiró en Joelmir Beting y Paul Krugman «para decir verdades sin pedir perdón».
«El humor como arma contra el poder»
Defiende que «corroe más que la crítica sesuda», especialmente frente a autoridades con «ego inflamable». Para él, reírse de los poderosos es «resistir con gracia» y mantener viva la esperanza en un mejor futuro.
Entre Excel y la picardía villazonense
Chávez Álvarez creció entre el barrio paceño de San Pedro y el academicismo económico. Su columna dominical, activa por 30 años, refleja esta dualidad: precisión técnica con ironía andina, dirigida al «boli de a pie».
Un narrador del absurdo boliviano
Concluye sin resolver su dilema: «Tal vez solo escribo para no explotar». Su legado es un estilo único que democratiza la economía, usando humor como puente entre datos y realidad cotidiana.