EEUU retrasa programa nuclear iraní tras ataque a bases
Un informe filtrado revela que los bombardeos solo retrasaron el programa iraní «unos meses». El Pentágono insiste en que la misión fue un «éxito abrumador». El conflicto involucró 125 aeronaves y 75 bombas contra tres instalaciones nucleares.
«Martillo de Medianoche» con impacto limitado
El ataque estadounidense del sábado contra las instalaciones de Isfahán, Natanz y Fordó —bautizado como *’Midnight Hammer’*— no destruyó las bases nucleares iraníes, según un informe de inteligencia filtrado a The New York Times y CNN. El programa nuclear de Irán solo se retrasó «menos de seis meses», frente a los tres meses estimados antes del bombardeo.
Detalles técnicos
El informe señala que la mayoría del uranio enriquecido ya había sido trasladado antes del ataque. Aunque las bombas crearon cráteres visibles, las instalaciones subterráneas siguen operativas. El Pentágono usó 14 bombas de 13.600 kilos y bombarderos B-2, pero la evaluación preliminar indica que Irán conserva «casi todo su material nuclear».
Versiones enfrentadas
Mientras el secretario de Defensa, Pete Hegseth, afirmó que el ataque «anuló la capacidad de Irán para crear armas nucleares», la inteligencia estadounidense contradice esa versión. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, acusó a los filtradores de intentar «denigrar a Trump y desacreditar a los pilotos».
Repercusión geopolítica
El ataque marcó la entrada de EEUU en el conflicto entre Israel e Irán, tras 12 días de guerra. Aunque Teherán anunció el fin de las hostilidades, el informe sugiere que el país podría acelerar su programa nuclear si lo decide.
Un conflicto con bombas y palabras
La operación se enmarca en una escalada de tensiones desde 2023, cuando Irán reactivó su enriquecimiento de uranio. EEUU priorizó ataques quirúrgicos, pero la eficacia real sigue en disputa entre agencias y el Gobierno.
¿Quién tiene la razón?
Mientras las autoridades estadounidenses celebran el operativo, los datos técnicos apuntan a un impacto limitado. La discrepancia refleja la polarización política en Washington y la complejidad de evaluar daños en instalaciones secretas. El ciudadano debe esperar nuevas verificaciones independientes.