La Casa Blanca envía al Dr. Oz para convencer al Senado sobre reforma de Medicaid
El cirujano y estrella televisiva Mehmet Oz lidera la campaña para recortar el programa de salud para personas de bajos ingresos. El Gobierno de Trump busca aprobar los cambios antes del 4 de julio, pese a proyecciones de que 16 millones perderían cobertura.
«Un médico para vender una reforma impopular»
El administrador de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), Mehmet Oz, se ha convertido en el principal portavoz de la controvertida reforma republicana. «Su credibilidad médica y carisma son clave para calmar nervios», según senadores como John Hoeven (R-Dakota del Norte). Oz ha mantenido reuniones privadas con legisladores y gobernadores republicanos preocupados por el impacto en sus estados.
La batalla por los votos republicanos
Pese al respaldo de la Casa Blanca, varios senadores, como Josh Hawley (R-Misuri), se resisten a los recortes, argumentando que dañarían hospitales rurales. Otros exigen mayores ajustes al gasto. Encuestas muestran que solo una minoría de estadounidenses apoya el proyecto, que eliminaría 160.000 millones de dólares en fondos para Medicaid.
Oz: de la televisión al centro del debate
El cirujano, exestrella de The Oprah Winfrey Show y cercano a Trump, minimiza el impacto de los recortes en entrevistas, atribuyendo las críticas a «lobbistas». Sin embargo, su influencia es limitada: «No decide la política, solo la comunica», admitió un asistente anónimo tras una reunión con representantes hospitalarios.
Un legado de tensión partidista
Medicaid, creado en 1965, ha sido históricamente un campo de batalla entre demócratas y republicanos. La administración Trump promete «protegerlo» recortando «fraude y abusos», pero expertos independientes proyectan que la reforma dejaría sin seguro a millones en estados gobernados por republicanos.
La cuenta regresiva hacia el 4 de julio
El éxito de Oz dependerá de su capacidad para cerrar divisiones internas en el Partido Republicano antes del plazo autoimpuesto. Mientras la Casa Blanca confía en su carisma, la resistencia de legisladores clave y la presión de grupos médicos complican el camino.