Ciberguerra entre Israel e Irán afecta bancos y redes sociales
Ataques a infraestructura crítica y desinformación marcan el conflicto digital. Expertos advierten que los hackeos podrían extenderse a EE.UU. tras los bombardeos israelíes. Progrupos iraníes e israelíes han atacado servicios financieros y medios de comunicación.
«El ciberespacio se convierte en un campo de batalla»
El conflicto entre Irán e Israel ha escalado en el ámbito digital con ataques coordinados contra bancos, sistemas energéticos y campañas de desinformación. «El ciberespacio es una herramienta clave en la guerra asimétrica de Irán», señaló Alex Vatanka del Middle East Institute. EE.UU. alertó sobre posibles hackeos a redes vulnerables por parte de grupos proiraníes.
Ataques financieros y apagones de internet
El grupo Predatory Sparrow, vinculado a Israel, reivindicó el hackeo al Bank Sepah de Irán y el robo de $90 millones en criptomonedas. Como respuesta, el gobierno iraní cortó el acceso a internet en el país para controlar la información. También se reportaron intrusiones en canales estatales iraníes con mensajes antigubernamentales.
Desinformación y espionaje
Irán ha intensificado campañas de falsos mensajes en redes sociales, incluyendo alertas engañosas sobre refugios y desabastecimiento. Israel advirtió sobre hackeos a cámaras conectadas a internet para «espionaje y vigilancia». John Hultquist de Google señaló que Irán usa sus ciberataques con fines psicológicos.
Una rivalidad con historia digital
Ambos países tienen antecedentes de ciberataques: en 2023, hackers iraníes robaron datos de un hospital israelí, mientras que grupos israelíes desactivaron gasolineras en Irán. Israel cuenta con mayor sofisticación técnica, según expertos, pero Irán ha demostrado capacidad de respuesta rápida.
El conflicto podría cruzar fronteras
Las tensiones aumentan tras los bombardeos estadounidenses a instalaciones nucleares iraníes. Autoridades de EE.UU. instan a empresas a reforzar su ciberseguridad, ante posibles ataques a redes eléctricas o sistemas hídricos. La escalada digital sigue sin control, con riesgos globales.