La Paz sufre escasez de marraquetas por retrasos en subvenciones
La producción del «pan de batalla» cayó hasta un 60%. Panificadores denuncian incumplimiento en la entrega de harina subvencionada por parte del Gobierno. Ciudadanos forman largas filas para adquirir el producto, que mantiene su precio en 50 centavos.
«Hacemos fila por el pan como por el aceite o la gasolina»
La marraqueta, símbolo paceño elaborado con harina, levadura, agua y sal, ha reducido su producción a la mitad en los últimos meses. «Antes recibía 200 panes diarios; ahora solo 150, y apenas 50 son marraquetas», relata Fidel C., dueño de una tienda en Villa Fátima. Los consumidores deben conformarse con otras variedades de pan, como sarnitas o ch’amillos.
Las causas: subvenciones incumplidas y costos extras
Sergio C., panificador de la avenida Buenos Aires, explica que Emapa retrasa la entrega de harina, levadura y manteca desde enero. «El quintal de harina subvencionada pasó de 90 a 120 bolivianos, y en el mercado informal supera los 500», detalla. Además, los productores asumen gastos extras por falta de diésel y mayores costos logísticos.
Un problema que viene de 2024
Rubén Ríos, dirigente del sector, ya alertó en noviembre pasado sobre la reducción en los cupos de harina. «Algunas asociaciones dejaron de elaborar el pan de batalla por la falta de insumos», declaró entonces. Emapa, que compra el quintal a 315 bolivianos y lo vende a 90, no ha logrado cumplir con la demanda.
Un símbolo en crisis
La marraqueta, bautizada «pan de batalla» por los soldados de la Guerra del Chaco (1932-1935), enfrenta ahora una batalla por mantenerse accesible. Pese a la escasez, su precio se mantiene en 50 centavos gracias al control estatal, aunque con menor tamaño y disponibilidad.
El pan que une a La Paz
La situación refleja las tensiones en la cadena de producción de alimentos básicos. Mientras los panificadores exigen cumplimiento en las subvenciones, los ciudadanos adaptan su consumo a la realidad de un producto cada vez más difícil de conseguir.