UE planea invertir 200.000 millones de activos rusos congelados para financiar a Ucrania
La UE busca generar mayores beneficios sin confiscar el capital. La medida, discutida este jueves en Luxemburgo, pretende sostener la economía ucraniana ante la incertidumbre del apoyo estadounidense. Los activos fueron congelados en 2022 tras la invasión rusa.
«Beneficios de alto riesgo para Kiev»
La Comisión Europea estudia transferir 200.000 millones de euros de activos rusos desde Euroclear (Bélgica) a un fondo de inversión más arriesgado. «El objetivo es aumentar los ingresos para Ucrania sin tocar el capital inicial», explicaron cuatro funcionarios a POLITICO. Los detalles de las inversiones no se han especificado.
Dilema legal y político
Alemania e Italia rechazan confiscar los activos por preocupaciones jurídicas. La UE insiste en que solo usará los intereses, evitando violar el derecho internacional. Hungría, aliada del Kremlin, podría vetar la renovación de sanciones, clave para mantener los fondos congelados.
Fondos bajo presión
El préstamo del G7 a Ucrania (45.000 millones) se agotará este año. La UE ya gastó gran parte de su paquete de 50.000 millones aprobado en 2023. El nuevo fondo busca cubrir necesidades a largo plazo, especialmente con las amenazas de Donald Trump de recortar ayuda estadounidense.
El escollo húngaro
La UE explora aprobar el fondo por mayoría simple para sortear el veto de Viktor Orbán. Sin embargo, los contribuyentes europeos asumirían pérdidas si las inversiones fracasan. El presupuesto comunitario (1,2 billones) está al límite y no se renovará hasta 2028.
Guerra y cuentas ajustadas
Los activos rusos se congelaron tras la invasión a Ucrania en 2022. En 2024, generaron 4.000 millones en intereses, destinados al préstamo del G7. Con el estancamiento de las negociaciones de paz, la UE busca alternativas creativas para mantener el flujo de ayuda.
Una solución temporal con riesgos
La viabilidad del plan depende de superar divisiones internas y garantizar rentabilidad. Mientras, Ucrania enfrenta un 2026 incierto sin fondos frescos del G7 y con la sombra de un posible recorte estadounidense.