El precio del aceite en Bolivia se dispara un 83% en diez meses
Una botella de 900 ml pasó de costar 12,30 a 22,50 bolivianos. La crisis afecta a hogares y pymes, con escasez y venta restringida. El alza refleja problemas estructurales como la brecha cambiaria y la dependencia de importaciones.
«Cocinar ya es un lujo para muchas familias»
Entre agosto de 2024 y junio de 2025, el aceite comestible se encareció un 83%, superando los 25 bolivianos en zonas como El Alto y Santa Cruz. Algunos hogares reducen su consumo o usan alternativas insalubres como aceite reciclado. Pequeñas empresas alimentarias cierran o recortan personal.
Las causas: fin del contrabando barato y distorsiones locales
Durante 18 años, el precio se mantuvo estable (8,10 a 12,30 bolivianos) gracias al aceite argentino subsidiado que ingresaba por contrabando. La política de Javier Milei eliminó esos subsidios, encareciendo las importaciones. La brecha cambiaria (dólar oficial a 6,96 vs. paralelo a 16,50 bolivianos) y la escasez de diésel agravaron la crisis.
Respuesta fallida del gobierno
Se creó una empresa estatal de aceite con 600 millones de bolivianos invertidos, pero su producción, iniciada en junio de 2025, es «escasa, de mala calidad y sin garantías sanitarias». La medida no alivió la presión sobre los precios.
Un modelo que colapsa
Bolivia dependió de subsidios externos y un tipo de cambio artificial para contener la inflación. La crisis del aceite evidencia la fragilidad de un sistema sin competitividad ni políticas sostenibles. La soya (base del aceite) y otros insumos se encarecieron por la disparidad cambiaria.
El termómetro de un mal mayor
El encarecimiento del aceite es síntoma de pérdida de poder adquisitivo y distorsiones económicas acumuladas. Analistas advierten que, sin ajustes graduales y facilitación de importaciones, la estabilidad social podría quebrarse. La paciencia ciudadana, como el aceite, se agota.