Decreto 21060: cómo Bolivia frenó la hiperinflación en 1985

El Decreto 21060 logró reducir la inflación del 8.000% anual en Bolivia con medidas drásticas, pero su impacto social sigue siendo debatido décadas después.
Agencia de Noticias Fides - Bolivia
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El Decreto 21060 frenó la hiperinflación en Bolivia en 1985

El polémico decreto redujo la inflación del 8.000% anual con medidas drásticas. Implementado durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, combinó ajustes neoliberales con fuerte impacto social. Su paternidad aún genera debate entre economistas bolivianos y extranjeros.

«Una ducha fría para una economía febril»

El Decreto Supremo 21060 aplicó siete medidas clave: tipo de cambio libre, fin de subsidios, congelamiento salarial, despidos masivos en el sector público, reducción del déficit fiscal, apertura al libre mercado y reestructuración de la deuda externa. «Funcionó: la inflación fue domada, pero el costo social resonó por décadas», señala el análisis.

La batalla por la paternidad

Existen dos versiones contrapuestas: algunos atribuyen el plan al economista estadounidense Jeffrey Sachs, entonces asesor externo vinculado a Harvard, mientras otros defienden que fue obra de técnicos bolivianos formados en macroeconomía. «El verdadero padre fue el poder político que logró implementarlo», subraya el texto.

El rol de Paz Estenssoro

El expresidente emergió como figura clave al imponer el decreto en un contexto de crisis extrema, con sindicatos movilizados y partidos fragmentados. Su habilidad política permitió ejecutar reformas que seis planes previos –incluyendo uno de Hernán Siles Zuazo– no habían conseguido estabilizar.

Hiperinflación: el monstruo de tres ceros

Bolivia enfrentaba en 1985 una hiperinflación del 8.000%, con precios multiplicándose diariamente. Los intentos previos de control fracasaron, llevando al colapso de la UDP. El 21060 respondió a ese escenario con un «shock terapéutico inspirado en manuales macroeconómicos básicos».

Un legado que sigue vivo

Cuarenta años después, el decreto sigue siendo referencia obligada en debates económicos. Su eficacia técnica y alto costo social lo convierten en un hito contradictorio: salvó la economía, pero dejó heridas que aún dividen opiniones entre quienes lo diseñaron, lo sufrieron o lo estudian.