Bluesky enfrenta críticas por polarización y tono hostil en su red social
La plataforma suma 36.5 millones de usuarios pero es acusada de convertirse en una «cámara de eco» izquierdista. Inversores como Mark Cuban denuncian el aumento de discurso divisivo, mientras competidores como X aprovechan el malestar.
«Acuerda conmigo o eres un fascista»: la queja que resuena
El empresario Mark Cuban, inversor en Skylight (app basada en el protocolo AT Proto de Bluesky), criticó que los debates pasaron de «conversaciones constructivas a ataques ideológicos». «Estamos forzando publicaciones a volver a X», escribió en su perfil. Elon Musk y Linda Yaccarino (X) aprovecharon para posicionar su red como la «plaza pública global».
El crecimiento que definió su identidad
Bluesky experimentó un auge masivo tras las elecciones de EE.UU. en noviembre de 2024, pasando de 9 a 20 millones de usuarios en semanas. Su base inicial —migrada desde X por descontento con Musk— y la llegada de figuras como Obama y Clinton marcaron su tono político predominante.
Más que una app: el ecosistema ignorado
La discusión omite que Bluesky es solo una parte del protocolo abierto AT Proto, que permite crear apps temáticas (ej: Blacksky para la comunidad afro o Gander Social para Canadá). Herramientas como Graze, Surf u Openvibe permiten personalizar contenidos y mezclar feeds con otras redes como Mastodon o Threads.
De nichos políticos a universos paralelos
La plataforma alberga desde apps de recomendación de cine hasta herramientas de livestreaming. Los usuarios pueden elegir feeds específicos (videojuegos, deportes) y evitar temas polarizantes, pero esta flexibilidad no ha sido comunicada efectivamente.
Cuando la reputación precede a la tecnología
Bluesky surgió como alternativa a X tras la compra de Musk, atrayendo a usuarios progresistas. Su rápido crecimiento la encasilló como «red izquierdista», un estereotipo que, según analistas, podría limitar su expansión si no muestra su diversidad real.
El futuro se decide en los feeds alternativos
La plataforma enfrenta el desafío de equilibrar su identidad política inicial con las posibilidades de su ecosistema abierto. Su capacidad para promover apps alternativas y personalización será clave para evitar el destino de redes partidistas fallidas como Parler o Telepath.