Dirigentes acusan a Huarachi de prorrogarse en la COB para negociar con el próximo Gobierno
Juan Carlos Huarachi lleva siete años como ejecutivo de la COB. Exdirigentes denuncian que viola los estatutos al no convocar elecciones y esperar al nuevo Ejecutivo para «negociar», como hizo con Morales, Añez y Arce. La polémica surge a tres meses de las elecciones generales.
«Ha estado con todos los gobiernos, ahora espera al siguiente»
Pedro Montes (exdirigente de la COB) y Antonio Siñani (impulsor de una nueva central obrera) coinciden en que Huarachi «negocia su permanencia» según el Gobierno de turno. «Con Evo Morales, con Jeanine Añez y ahora con Luis Arce. ¿Con qué moral critica a unos u otros?», cuestionó Siñani a la ANF. Montes añadió que «los medios no deberían darle palestra».
Una prórroga que se alarga
Huarachi asumió en febrero de 2018 y su mandato debió terminar en 2019, pero el gobierno de Añez le extendió el cargo. En abril, prometió dejar el puesto, pero la Comisión Política de la COB aún no convoca al congreso para elegir nueva directiva. El plazo vence en agosto, tras las elecciones.
Una nueva central obrera en ciernes
Siñani promueve una «Central de Trabajadores de Bolivia» como alternativa a la COB, acusando a Huarachi de «perpetuarse con un sueldo de más de Bs 30.000 mensuales». La iniciativa busca unir a sectores laborales «sin cuotas de poder».
De estatuto incumplido a salario polémico
Montes recalca que Huarachi «viola la carta magna» de la COB al no convocar elecciones. La ANF consultó al dirigente, quien solo respondió que el tema está en manos de la Comisión Política. Los críticos exigen transparencia y rotación en el liderazgo obrero.
Un historial de adaptabilidad política
La COB, históricamente clave en Bolivia, ha tenido tensiones por su relación con los gobiernos. Huarachi mantuvo su cargo bajo tres administraciones opuestas (MAS, transitoria y Arce), generando sospechas de «negociación». Su prórroga abre debates sobre independencia sindical.
El reloj corre para la COB
La presión aumenta para que se cumplan los estatutos antes de agosto. Mientras, la sombra de una nueva central obrera y las elecciones nacionales ponen en jaque la legitimidad del actual liderazgo. El desenlace dependerá de la Comisión Política y la respuesta de las bases.