Trump prohíbe la entrada a EE.UU. a ciudadanos de 19 países
La medida afecta a 12 naciones con veto total y 7 con restricciones parciales. El presidente estadounidense justifica la decisión por «riesgos de seguridad nacional». La orden, anunciada el 4 de junio, excluye a residentes legales y titulares de visados vigentes.
«No permitiremos que entren quienes quieran hacernos daño»
Donald Trump firmó una orden ejecutiva que bloquea totalmente la entrada de ciudadanos de Afganistán, Birmania, Chad, Congo, Guinea Ecuatorial, Eritrea, Haití, Irán, Libia, Somalia, Sudán y Yemen. Además, impone limitaciones a viajeros de Burundi, Cuba, Laos, Sierra Leona, Togo, Turkmenistán y Venezuela. «Nada nos impedirá proteger a EE.UU.», declaró en un video difundido por la Casa Blanca.
Excepciones y criterios
El veto no aplica a residentes permanentes, visados existentes o casos que beneficien «intereses nacionales». Según Trump, el secretario de Estado Marco Rubio evaluó factores como cooperación en seguridad, historial criminal o tasas de sobrestancia de visados. La lista podría modificarse si los países mejoran sus estándares.
Un contexto de tensiones migratorias
La orden llega tras el ataque con cócteles molotov en Boulder (Colorado), atribuido a un egipcio con visado caducado. La administración vinculó el caso a «inmigración sin control», aunque un juez frenó la deportación de su familia. Trump califica la inmigración irregular de «invasión» y defiende su autoridad para decidir «quién amenaza a EE.UU.».
Lecciones del pasado
Esta prohibición evita el caos de 2017, cuando vetos a países musulmanes generaron desafíos legales. El Tribunal Supremo avaló en 2018 una versión reducida, reconociendo la potestad presidencial en seguridad nacional. Biden la revocó en 2021, pero Trump la reinstaura como política «exitosa» contra el terrorismo.
Seguridad nacional vs. movilidad global
La medida refleja la estrategia de Trump de endurecer la inmigración, ahora con un enfoque en países con «actividad terrorista» o sistemas de verificación débiles. Mientras la Casa Blanca celebra su rigor, críticos alertan sobre posibles efectos en relaciones internacionales y derechos de viajeros.