El «nacional-popular» boliviano muta a un sistema de prebendas estatales
El modelo de participación social se transformó en una maquinaria clientelar. Analistas señalan que el Estado pasó de ser un espacio de transformación a un distribuidor de favores políticos. El artículo, publicado el 1 de junio de 2025, critica esta evolución bajo gobiernos como el de Evo Morales.
De la revolución a la negociación: cómo se perdió el rumbo
El concepto de «nacional-popular», que prometía empoderar a obreros, indígenas y sectores marginados, derivó en un «nacional-prebendario». El Estado se convirtió en una «caja de favores», donde sindicatos y organizaciones sociales negociaban beneficios a cambio de apoyo político. Este sistema se consolidó durante el gobierno del MÁS, que «institucionalizó el clientelismo».
Ejemplos emblemáticos
La Central Obrera Boliviana (COB) se transformó en un «apéndice del Estado», mientras cooperativistas mineros y cocaleros accedieron a subsidios, exenciones fiscales y cargos públicos. En empresas como YPFB, dirigentes sindicales «convirtieron el trabajo público en emprendimiento privado».
Consecuencias económicas
Políticas como el congelamiento del tipo de cambio beneficiaron a importadores legales e ilegales, agotando reservas del Banco Central. «El modelo no solo empobreció al Estado, sino también la imaginación política», reduciendo las luchas sociales a demandas sectoriales.
Cuatro herederos de un proyecto fragmentado
Hoy, cuatro actores pugnan por liderar el vacío ideológico: 1. Un «estalinismo estatal» que ofrece prebendas a cambio de lealtad. 2. Un populista que intenta reinventarse tras escándalos económicos. 3. Una figura que mezcla etnicidad y género para modernizar el discurso. 4. Un líder radical obsesionado con purgas ideológicas.
Cuando el sueño se volvió burocracia
El artículo remarca que, tras la Revolución de 1952, la inclusión de sectores populares no transformó las estructuras estatales. La bonanza económica permitió mantener el sistema de favores, pero «hoy, con una economía quebrada, solo quedan migajas por disputar».
Un rompecabezas sin proyecto común
Lo que queda es una red de intereses gremiales, donde algunos movimientos operan «como estructuras mafiosas». La ideología desapareció: «Ya no importa si el gobierno es de izquierda o derecha: mientras reparta, todo bien». La oposición, por su parte, no logra capitalizar el descontento.