Bolivia debate futuro del Salar de Uyuni: turismo o explotación de litio
El destino recibe un 300% más de turistas en 2025 pero alberga 23 millones de toneladas de litio. El conflicto entre desarrollo económico y conservación divide a la sociedad. Comunidades denuncian impactos ambientales mientras el gobierno promueve la industrialización.
«Un espejo que refleja dos caminos»
El Salar de Uyuni enfrenta una disyuntiva: consolidarse como destino turístico global o convertirse en centro extractivo de litio. En 2024, Bolivia recibió 991.000 turistas (739,9 millones de dólares), con un crecimiento del 300% en visitas al salar. Paralelamente, OXFAM Bolivia estima que la explotación de litio generaría hasta 759 millones anuales, pero con impacto limitado en empleo local.
Turismo: motor comunitario
La actividad turística dinamiza redes locales: 23.202 visitantes en enero-febrero de 2025 frente a 8.600 en 2024. Aunque no hay datos precisos sobre redistribución, el sector impulsa alojamiento, transporte y artesanía. «Un visitante no solo saca fotos; genera ingresos», señala el texto.
Litio: desarrollo con costos
El método extractivo consume agua y altera el ecosistema. Potosí recibiría solo 15-26 millones anuales (1% del PIB), según OXFAM. «¿Justifica esto transformar irreversiblemente un ecosistema único?», cuestiona el análisis. La Justicia boliviana ya ordenó suspender convenios con empresas tras denuncias por impacto ambiental.
Raíces en la leyenda, dilemas en el presente
Según la tradición recogida por Antonio Paredes Candia, el salar nació de las lágrimas del volcán Tunupa. Hoy, ese patrimonio cultural y natural se disputa entre el turismo sostenible y un modelo extractivo que, aunque promete ingresos, concentra beneficios y amenaza el equilibrio hídrico.
Mirando al futuro sin romper el espejo
El debate trasciende lo económico: habitantes de Nor Lípez exigen evaluaciones ambientales y derechos sobre el agua. Mientras, surgen propuestas como el turismo industrial para integrar ambas actividades. La clave, según el texto, está en «imaginar un desarrollo donde el extractivismo no arrase el salar, sino que financie su preservación».