Inflación en Bolivia dispara estrés y violencia en hogares
El alza de precios activa respuestas emocionales violentas según expertos. La crisis económica afecta no solo la economía familiar, sino también la salud mental y las relaciones intrafamiliares. Psicólogos advierten sobre el impacto del cortisol en reacciones impulsivas.
«Cuando el bolsillo duele, el cerebro grita»
La subida continua de precios en alimentos y combustible genera incertidumbre y activa mecanismos de defensa primitivos. Según la especialista Paula Claros, «el cerebro interpreta la crisis económica como una amenaza», liberando cortisol y desencadenando respuestas como ira o miedo. Esto explica el aumento de tensiones en mercados y hogares.
Los niños, víctimas invisibles
El estrés tóxico deja huellas en el desarrollo cerebral infantil. Claros alerta que «gritos o impaciencia adulta pueden generar heridas emocionales duraderas». Estudios científicos vinculan estas situaciones con problemas cognitivos y de autoestima décadas después.
Raíces de la tormenta perfecta
Bolivia enfrenta escasez de productos básicos, salarios insuficientes y largas filas por combustibles desde 2024. La inflación acumulada supera el 15% interanual, según datos no oficiales, presionando a familias que destinan el 70% de sus ingresos a alimentación.
El amor como trinchera
Fortalecer la conciencia emocional y priorizar vínculos familiares se plantean como herramientas clave. Crear entornos seguros para la infancia mitiga los efectos de la crisis, según la experta. Aunque no se controle la inflación, «elegir actuar con razón y no con impulso» marca la diferencia.