Sam Altman encargó auditoría contra espionaje en OpenAI en 2019
El CEO de OpenAI ordenó revisar las oficinas por temor a infiltraciones de Elon Musk. Según el libro «Empire of AI», la medida reflejaba la paranoia interna por fugas de información y el desarrollo acelerado de IA. Ocurrió tras tensiones por acuerdos con Microsoft y dudas sobre la transparencia de Altman.
«El miedo guiaba las decisiones»
El equipo de seguridad de IA liderado por Dario Amodei desconfiaba de las promesas secretas de Altman a Microsoft. «Comprometió tecnologías sin que supiéramos las consecuencias», revela un empleado. Un error de código en 2019 que volvió obsceno al modelo GPT-2 aumentó la ansiedad sobre el control de la tecnología.
Paranoia en el día a día
La dirección usaba el «fantasma de China o Rusia adelantándose» para justificar el secretismo. Empleados encontraron memorias USB sospechosas y Amodei redactaba documentos en ordenadores sin internet. Altman temía especialmente a Musk, cuyo despido de OpenAI no eliminó su acceso físico al edificio compartido con Neuralink.
De pianos a proyectos nucleares
OpenAI pasó de tener «noches de vino y música» a compararse con el Proyecto Manhattan. La analogía con armas nucleares chocaba con su cultura inicial. El «secreto del éxito» (escalar modelos) cabía «en un grano de arroz», decían empleados, lo que alimentaba el pánico a filtraciones.
Un legado de desconfianza
El libro subraya cómo la obsesión por competir con gobiernos autoritarios llevó a OpenAI a priorizar velocidad sobre transparencia. Altman escribió que fallarían si otros desarrollaban AGI primero, pero empleados cuestionaron si EE.UU. debía monopolizar ese poder. La auditoría fue un síntoma de esa cultura.