Exconvicto crea consultoría para preparar a delincuentes de cuello blanco ante la cárcel
Un exmiembro de la mafia asesora a empresarios y estafadores sobre cómo reducir condenas. El consultor, con una década de experiencia en prisiones estadounidenses, cobra hasta 50.000 dólares por cliente. Su método combina asesoramiento legal práctico y manipulación psicológica.
«Te saco la cabeza del culo»: un servicio sin filtros
El consultor, que prefirió mantener su identidad en reserva, describe su enfoque como «un cruce entre psicólogo, sacerdote y entrenador de vida». Sus clientes son principalmente estafadores financieros y narcotraficantes que enfrentan sentencias federales. «Les enseño desde cómo mentir en el juicio hasta manipular al personal penitenciario», afirma.
Estrategias dentro y fuera de la prisión
Entre sus tácticas clave está utilizar programas de rehabilitación para reducir condenas, como el RDAP (Programa Residencial de Abuso de Drogas), que puede acortar la estancia hasta un año. También prepara a las familias: «Les quito el miedo generado por series de televisión. La mayoría de mis clientes van a cárceles mínimas, sin muros».
De preso a gurú carcelario
Durante su encarcelamiento, el consultor se hizo conocido por ayudar a otros reclusos a reducir sus penas, lo que le valió reputación de «héroe popular». Tras salir, identificó un nicho: empresarios y profesionales sin experiencia en el sistema penal. Hoy dirige un equipo de cuatro personas y maneja hasta 100 casos simultáneos.
Un sistema que se burla del sistema
El consultor admite que su negocio aprovecha fallas en el sistema judicial y penitenciario, desde evaluaciones psicológicas cuestionables hasta la desinformación de los acusados. «Muchos abogados hacen promesas falsas. Yo les digo la verdad cruda: van a prisión, pero pueden hacerlo menos doloroso», explica.
El consultor que no juzga
Con antecedentes por tráfico de drogas, fraude y posesión de armas, el consultor insiste en que no moraliza: «En cinco minutos sé si alguien irá a la cárcel. Mi trabajo es que sobrevivan». Aunque reconoce que su estilo es abrupto («a veces les grito»), sus clientes pagan desde 3.500 hasta 50.000 dólares por su «paz mental».