Jineth Bedoya denuncia impunidad tras 25 años de violencia

La periodista colombiana Jineth Bedoya renuncia a su lucha por justicia tras 25 años de impunidad, amenazas recientes y el incumplimiento del Estado.
Agencia de Noticias Fides - Bolivia
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Periodista colombiana denuncia abandono del Estado tras 25 años de impunidad

Jineth Bedoya sigue sin justicia tras ser violada y torturada en 2000. La Corte Interamericana condenó a Colombia en 2021, pero las autoridades no cumplieron las reparaciones. La periodista abandonó su lucha tras nuevas amenazas y el asesinato de un director carcelario.

«El Estado me escupió en la cara repetidamente»

Jineth Bedoya, periodista colombiana, fue secuestrada, drogada, torturada y violada en 2000 por paramilitares de las AUC en la cárcel «La Modelo» de Bogotá. Según la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el ataque contó con complicidad policial. «Busqué justicia durante 25 años sin resultados», declaró.

Una condena sin cumplir

En 2021, la CIDH condenó al Estado colombiano por no proteger sus derechos y ordenó medidas de reparación. Sin embargo, solo dos instituciones (Consejería para la Reconciliación Nacional y Consejería de Derechos Humanos) actuaron. Los ministerios de Justicia e Igualdad incumplieron sus obligaciones.

Último intento y desistimiento

En marzo de 2024, Bedoya regresó a «La Modelo» para pintar un mural reivindicativo, pero recibió nuevas amenazas y el director de la prisión, Élmer Fernández, fue asesinado. «Fue la gota que colmó el vaso», afirmó la periodista, quien decidió abandonar su lucha.

Un patrón que se repite

Durante los 25 años de búsqueda de justicia, gobernaron cinco presidentes de distintas tendencias, incluido Gustavo Petro, exguerrillero de las FARC. Pese a los discursos de cambio, ninguna administración avanzó en su caso. La socióloga boliviana Sonia Montaño vinculó estos hechos con «el abuso de poder como matriz común de la violencia sexual».

Justicia pendiente, promesas incumplidas

El caso de Bedoya refleja la impunidad estructural frente a la violencia de género, incluso bajo gobiernos que se autoproclaman transformadores. La inacción persiste pese a resoluciones internacionales, dejando a las víctimas sin reparación real.