Minería ilegal de oro amenaza a Bolivia y Sudamérica
El 12% del oro ilegal exportado en la región proviene de Bolivia. La actividad contamina ríos, deforesta áreas protegidas y está vinculada a redes criminales. Perú, Ecuador y Brasil son los más afectados, según datos de la Agencia EFE.
«El mercurio envenena a comunidades indígenas»
La minería ilegal en Bolivia afecta especialmente al norte amazónico, incluyendo el parque Madidi y territorios indígenas. El 74% de los habitantes en estas zonas superan los límites de mercurio recomendados por la OMS, según el reporte. El combustible para las excavadoras llega de forma clandestina desde Riberalta hasta El Sena.
Tráfico y destrucción ambiental
En Pando, la actividad se sostiene con desvío de combustible y opera en áreas protegidas. Además, se han denunciado casos de trata de menores con fines de explotación sexual, agravando el impacto social. La deforestación y contaminación de ríos amenazan la seguridad alimentaria de las comunidades.
Sudamérica bajo el control de las mafias
Perú lidera la exportación de oro ilegal (44%), seguido de Colombia (25%) y Bolivia (12%). Bandas criminales como el PCC en Brasil o disidencias de las FARC en Colombia controlan territorios y lavan dinero mediante esta actividad. En Ecuador, el presidente Noboa declaró «conflicto armado interno» por la violencia vinculada a la minería.
Chile, el único blindado
El país destaca por su fiscalización efectiva y trazabilidad minera. Con una industria que aporta el 12% del PIB, casi no registra casos de extracción ilegal, según el Sernageomin.
Oro que deja un rastro de destrucción
El auge del precio del oro (30% en los últimos años) ha impulsado esta economía paralela. En Perú, Madre de Dios perdió 100.000 hectáreas de selva, mientras en Ecuador grupos armados asesinaron a dos alcaldes en 2024 por intentar frenarlos.
Un problema que no conoce fronteras
La minería ilegal erosiona instituciones, contamina ecosistemas y financia el crimen organizado en seis países sudamericanos. Bolivia enfrenta retos urgentes en Pando y la Amazonía, donde el mercurio y la deforestación ya tienen consecuencias irreversibles.