UMSA revela que una de cada cuatro personas sufre acoso sexual

Estudio de la UMSA y la Coordinadora de la Mujer expone la normalización del acoso sexual en la universidad, con un 24,9% de víctimas y solo un 5% de denuncias.
Agencia de Noticias Fides - Bolivia
Un edificio universitario con personas reunidas en la entrada.
Fachada de una universidad con personas congregadas en el exterior.

UMSA revela que una de cada cuatro personas sufre acoso sexual

El 95% de las víctimas no denuncia por miedo a represalias. Un estudio de la UMSA y la Coordinadora de la Mujer expone la normalización del hostigamiento en la universidad. La indiferencia institucional y la falta de protocolos perpetúan la impunidad.

«Algo que debes soportar si eres mujer»

La investigación, realizada en 2024 con 1.697 estudiantes, detectó que el 24,9% sufrió hostigamiento o acoso sexual (HAS). Los contactos físicos no deseados y comentarios sexistas representan el 55,08% y 24,59% de los casos, respectivamente. «Es como si fuera parte de la vida universitaria», relató una afectada.

Impacto académico y emocional

Más del 53% de las víctimas vio afectado su rendimiento, mientras que algunas abandonaron sus estudios. Testimonios revelan que incluso el entorno cercano sufre consecuencias psicológicas. Solo 21 personas denunciaron formalmente, y más de la mitad no recibió apoyo.

¿Quiénes son los agresores?

El 42% de las agresiones provino de compañeros de clase y el 22% de docentes. También hay casos de quid pro quo (favores sexuales a cambio de beneficios académicos). La violencia no solo ocurre «de arriba hacia abajo», sino en relaciones horizontales.

Una cultura que silencia

La falta de protocolos eficaces y el descrédito hacia las víctimas alimentan la impunidad. Solo el 38% de quienes denunciaron recibió atención adecuada. «Denunciar significaba que te investiguen más a ti», explicó una estudiante. La UMSA propone crear una Unidad de Atención y Prevención, pero el protocolo sigue pendiente.

Cuando el acoso se vuelve costumbre

El estudio evidencia cómo el HAS está arraigado en dinámicas universitarias, con estructuras de poder que trivializan las denuncias. La impunidad prevalece: la mayoría de agresores sigue en sus cargos o aulas.

Justicia pendiente

La erradicación del HAS requiere cambios normativos y culturales. La UMSA enfrenta el desafío de garantizar un entorno seguro, mientras las víctimas esperan que «yo sí te creo» se traduzca en acciones concretas.