Peluquero critica la mezquindad de clientes adinerados con las propinas
Thomas Higman, peluquero con 20 años de experiencia, revela que los clientes con menos recursos son los más generosos. En una serie sobre propinas, expone cómo este gesto refleja valoración laboral y sostiene parte de sus ingresos. Sus declaraciones proceden de su trabajo en salones exclusivos de Hamburgo.
«Quienes menos tienen, más comparten»
Higman, actualmente en el salón The Hype de Hamburgo, afirma que los clientes modestos dejan más propina «porque entienden el valor de cada euro». En contraste, critica a los clientes adinerados del exclusivo salón del Neuen Wall: «Hablan de su riqueza, pero no quieren soltar nada». Destaca a un cliente habitual que paga el doble del precio como excepción.
Dependencia y reconocimiento
El peluquero explica que las propinas financian «una gran parte» de su vida, aunque subraya que un salario digno debería ser independiente. Para él, recibir propina significa «sentirse visto», mientras que su ausencia genera invisibilidad laboral.
Una cuestión de actitud
La serie ‘Stimmt so!’ de DIE ZEIT recoge testimonios de trabajadores que dependen de propinas, como repartidores o taxistas. Higman participa como voz experta tras dos décadas en el sector, incluyendo salones de lujo. Sus observaciones reflejan una brecha entre riqueza y generosidad.
Propinas que marcan la diferencia
El debate sobre las propinas resurge en contextos donde complementan salarios bajos. Higman insiste en que, más allá del dinero, son un termómetro del aprecio por el trabajo. Su experiencia en Hamburgo ilustra cómo este gesto varía según el nivel socioeconómico.
Un reflejo de la sociedad
Las declaraciones de Higman destacan contradicciones en el manejo de la riqueza y su impacto en trabajadores esenciales. El caso del cliente que paga el doble muestra que la generosidad no siempre coincide con el poder adquisitivo, pero sí con la empatía.